Aunque hay tés muy finos en todos los lugares donde se produce, los más codiciados, esperados y deseados de todos los que existen son los té de primera cosecha de la India, China, Korea, y Japón.
En la India, se les llama First Flush, en Japón Sincha, en Korea Ujeon y en China, pre Qing Ming.
Son aquellos té de plantaciones que pasan por la estación invernal en dormancia o hibernación. Ese descanso, que es un lujo que no se pueden dar las plantas que crecen en climas tropicales y que producen hojas continuamente, les permite absorber todos los nutrientes del suelo y depositarlos en los primeros brotes de la primavera.
Todos estos tés son escasos y caros, no sólo porque son producciones muy limitadas, sino porque son muy intensivas en trabajo manual: cada hoja fue tomada por un par de dedos y hábilmente arrancada para estimular el crecimiento del siguiente brote, que, en mejores condiciones climáticas para su desarrollo no podrá absorber todos los nutrientes que se concentran en los primeros brotes de la primavera.
Los té de primera cosecha suelen ser dulces, aromáticos, escasamente astringentes y extraordinariamente nobles: puedes dejarlos remojando sin temor a que amarguen.
Éste tan fino como un Gyokuro es recomendable terminarlo comiéndolo de lo fresco, fino y exquisito que es. Lo mismo se suele hacer con el más fino de los té en hojas de Japón: una vez extenuado de infusiones, se aliña con salsa de soya y limón y no se desperdicia nada.
Gao Shan (alta montaña) hace alusión a la altura de cultivo que en este caso es 700 msnm, y Yu Wu a Rocío de Jade, exactamente igual que el Gyokuro aunque también es conocido como Yun Wu, en alusión a la niebla que cubre las montañas donde crece.
Esa niebla estimula la clorofila y los aminoácidos de las hojas, en detrimento de algunos antioxidantes responsables del amargor, y proporcionando un resultado dulce, sabroso y persistente. El mejor té verde que hayamos tenido nunca en una edición limitada a un poco más de 2 kilos por año.